Medianoche en el jardín del bien y del mal

(6 de diciembre de 2004)

Es medianoche en el jardín del bien y del mal
hay luces naranjas que cambian de colores
y duendecillos en las farolas.
Hay muchas estrellas que brillan en el cielo
que saben que está noche no brillaran solas.
Enfrente mío hay un cuadro que divide mis ojos,
tengo a la izquierda todo lo feo
todo lo horroroso, lo desagradable
todo lo miedoso.
Y a la derecha una estrella de cine iluminada
que es todo lo bonito,
todo lo que mi alma quiere abrazar.

Yo quiero estar perdido
ver que no pasa el tiempo,
estar perdido.
Yo solo quiero estar contigo,
y sin tocarte
y sin tenerte
siempre a tu lado estar contigo.
En el sentido maternal de estar contigo
un intrusivo campo gravitacional.
En el sentido maternal de estar perdido,
todos juntos como un rebaño que no para de andar.

Rebotar mi mirada en el infinito
para regalarte un beso de mis ojos,
porque eres algo tan enamorable,
tan comprensivo.
Tu eres sol y yo un satélite
que gira a tu alrededor,
tu eres el amor
y yo a tu lado me siento mejor.

Es algo tan distinto y tan sencillo
que ahora somos elfos,
y sentimos nuestros sentimientos
amplificados con los cinco sentidos
pero sin sentido.
Siempre en silencio,
muy estridentes, con mucho ruido.
Siempre despacio sin parar de correr,
siempre moviéndose para llegar a ningún sitio.

Es medianoche en el jardín del bien y del mal,
estamos rodeados de árboles escarchados
y del sonido de los pájaros.
Rodeados de árboles difuminados
y sin parar de reír,
y sin parar de llorar.
Rodeados de árboles que no paran de bailar.
Emanan de los cuerpos cascadas de pelo
y el césped se agita con oleadas de mar.

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