Poema de la princesa encantada

(Poema de la princesa encantada y otros cuentos)

¿Quieres que te cuente un cuento antes de irnos a dormir?
Tengo frío, hazme un hueco en la cama aquí a tu lado.
Ven, ponte el pijama, me susurras al oído
y luego si quieres nos dormimos abrazados.
Por eso te pregunto mi princesa encantada
¿quieres venirte conmigo a un país muy lejano?
Tan lejano que la distancia que de él nos separa
no la cubres en un mapamundi con tus manos;
tan fantástico que los cuentos que de el te cuente
parecerán los versos de un poeta borracho.
Porque yo nunca podré ser un rey justo y noble,
con un palacio de cristal junto a un lago helado;
solo soy un pobre poeta desnudo en el frió
con mi corazón ardiendo que late en tu mano,
con una sangre de tinta que te escribe versos
que cuando te cante al oido se haran regalos.

Mi princesa está encantada
¿quien vendrá a desencantarla?
se le caen los sueños como
lágrimas de la mirada,
flotan hacia el horizonte
y en mis orillas encallan.
En este mar que es la vida
mi princesa está varada;
desde su cárcel me escribe
solo canciones calladas
y melodías de abrazos,
besos con tinta dorada.
Sus cantos hablan del tiempo,
de una tristeza enredada,
de un sol que olvido a su luna
lucero de la mañana.

El tiempo, despacio, muy lento se va alejando
y mi pequeña princesa sigue allí encantada
¿quien vendrá a llevarse consigo su último beso
y con un mágico abrazo a desencantarla?
En esta vida mareada, en este inmenso mar
los sueños son lágrimas que caen de su mirada
y los ves luchar, hundirse, poco a poco ahogarse;
como sirenas de papel que no saben nadar,
se van alejando los suspiros de su esperanza.
No despiertes a mi princesa que esta encantada,
la arropan las estrellas y la luna la guarda
canta la nana lucerito de la mañana.

Soy el pirata en tu cuento y
tú mi princesa encantada.
Mis velas las hincha el viento,
el viento lo mueve tu alma.
Navego para encontrarte,
navego y no encuentro nada.
Yo te persigo y persigo
tu todo el tiempo te escapas.
Las olas cortan mi paso
me guía la noche estrellada
¡que inmenso es el océano¡
iré siempre a donde vayas,
contra mil barcos luchare
con la bandera rasgada,
solo para volverte a ver
lucero de la mañana.

Por eso te pregunto mi princesa encantada
¿quieres venirte conmigo a un país muy lejano?
tan lejano que la distancia que de el nos separa
no la cubres en un mapamundi con tus manos;
tan fantástico que los cuentos que de él te cuente
parecerán los versos de un poeta borracho.
Porque yo nunca podré ser un rey justo y noble
con un palacio de cristal junto a un lago helado;
solo soy dueño de un pequeño país sin nombre
refugio de esperanza y delirio de naúfrago
donde la felicidad nace de la alegría
y nos pinta de sol las noches como regalo.

Poder rozar su infinito,
besar su tumba de plata
abrir su reino perdido,
llave de puertas cerradas.
Quiero romper las cadenas
que la tienen embrujada,
pero su hechizo es tan fuerte
que nadie puede salvarla.
En este mar que es la vida
mi princesa sigue varada,
desde su encierro me escribe
siluetas de su mirada,
abrazos que se han perdido
y sonrisas desgastadas.
Sus cantos hablan del miedo,
de una tristeza enredada,
de un sol que olvido a su luna,
lucero de la mañana

El tiempo, despacio, muy lento se va alejando
y mi pequeña princesa sigue allí encantada
¿quien vendrá a llevarse consigo su último beso
y con un mágico abrazo a desencantarla?
En su olvido se está muriendo triste y en silencio,
y en su tumba de flores rodeada de zarzas
marchitándose poco a poco desaparece.
No tiene a nadie y se sabe demasiado sola
por eso ya hace mucho que se canso de esperar.
No despiertes a mi princesa que esta encantada,
la arropan las estrellas y la luna la guarda
canta por favor mi lucero de la mañana.

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